miércoles, 4 de mayo de 2016

(casi) un año

Tengo que escribir más, tengo que escribir más, tengo que escribir más...

Llevo mucho tiempo queriéndome pasar por aquí y no ha habido manera humana. Como celebración del primer año desde el final de mi embarazo, mi cuerpo (ayudado por un maldito virus estomacal) decidió volver a las náuseas, los vómitos, el dolor muscular y la falta de energia general tan característicos de la gestación. Pero hoy ya está más o menos superado.

Y mañana se cumple un año (de hecho, hace un año yo ya llevaba unas cuantas horas en el hospital, de parto). Un año desde las peores horas de mi vida. Un año desde que nos convertimos en papuchi y mamuchi. Un año de vida del pequeño troll fuera del vientre.

Hoy puedo decir cosas que hace un año no podía. Puedo decir que sé lo que es el miedo, el cansancio, y el dolor. Que palabras como "felicidad", "satisfacción", "orgullo" han cobrado nuevos significados. Puedo decir que mi vida está un poco más completa. Que tiene más sentido. Que tengo un propósito muy claro.

Hoy sé que no hay nada en el mundo como un abrazo de mi hija. O su risa. O esa expresión mitad sorpresa y mitad felicidad absoluta cada vez que descubre algo nuevo. O ese gesto de alargar el brazo y abrir y cerrar el puño que dice "mamá, ven y ayúdame". 

En algún momento de este último año descubrí que ser madre es lo mejor que he hecho en la vida. Que es pura magia. Que me llena el alma. Que no puede explicarse, que hay que vivirlo. Que los sacrificios y los cambios merecen la pena. Que con mi hija me ha tocado la lotería.

Cuesta de creer que tantas cosas hayan pasado en sólo un año. La semana pasada la peque dió sus primeros pasos sola, primero hacia mí, luego hacia papi. Un dia tres pasos, otro dia cuatro, otro dia cinco. Ayer consiguió beber sola de un vaso normal (sin adaptaciones para bebés) derramando solo un poquito de agua (aunque esto va a días y a veces aún sigue alzando el vaso al aire y duchándose en el proceso). Intenta más y más comer sola con cuchara y tenedor, aunque el movimiento con la cuchara aún se le resiste y le da la vuelta antes de meterla en la boca. Cada día tiene más variedad de sonidos y sílabas y las usa constantemente. Le encanta el jardín, y los animales, y comer de nuestro plato. Adora sus LEGO y en general todo lo que tenga partes que se puedan poner y quitar. Le fascinan los libros, y sigue pidiendo que nos estiremos en el puff a mirarlos juntas.

Entiendo que esto de la maternidad no es para todo el mundo. Entiendo que tienes que sentir la llamada (aunque yo no siempre la sentí). Entiendo que es un salto mortal al abismo de lo desconocido y que no hay vuelta atrás. Entiendo que depende de la suerte que uno tenga con el bebé resultante. Entiendo que si tu vida te llena completamente, no la quieras cambiar.

Yo era feliz antes de la peque. No nos convertimos en papás porque nos faltara nada o porque estuviéramos insatisfechos. Pero llegó el momento en que oímos la llamada.

Y por suerte, respondimos.





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