martes, 13 de octubre de 2015

Cambios y compras

Se me pasan los días que ni me doy cuenta.
Ya estoy progresivamente volviendo al trabajo y el viernes la peque empieza a ir (también progresivamente) con su cuidadora.

Ha pasado casi medio año ya. No me lo creo.

La vuelta a la vida de mujer trabajadora traerá cosas buenas y malas. Las malas, pues obviamente que el pequeño troll va a pasar más tiempo con una extraña que con su padre y su madre. He tenido momentos muy bajos por este tema, pero ya me voy convenciendo a mí misma de que nadie puede reemplazar a mamuchi. Las buenas, que algún tipo de rutina nos vendrá bien.

Además de esto, en diciembre nos mudamos. De nuestro mini-piso a una casa adosada en medio de la nada. Más espacio y más calidad de vida (esperamos). También más trayectos en coche a todas partes, y más largos, pero algun contra tenía que tener la mudanza (aparte de la mudanza en sí, que para mí es una pesadilla). Veremos qué tal va.

En cuanto a la pequeña princesa vikinga, sigue preciosa, lista y sana como siempre. Está un poquito más de rato panza abajo, y tiene más estabilidad sentada. Habla y ríe y se come sus cereales (aunque sinceramente no se nos da muy bien eso de dárselos cada día). Prueba frutas (aunque no debería) y verduras, y se lo mete absolutamente todo en la boca. Le apasionan las hojas de papel con texto y las etiquetas de los muñecos. Sea lo que sea lo que esté haciendo, si suena la canción de Hawaii 5.0, calla y se da la vuelta a mirar a la tele. Si hay cabello a su alcance, se agarrará como si no hubiera mañana. Y supongo que en poco tiempo empezarán a salir dientes. Por esto último, he hecho un par de compras:

Un collar de dentición (teething/nursing necklace). 
Hecho en silicona especial para que la mamá lo
lleve y el bebé lo pueda mordisquear cuando le apetezca.
Básicamente un mordedor fashion para llevar
al cuello y tener siempre a mano.

Otro mordedor, esta vez estilo chupete.
Fácil de agarrar, y las rugosidades tipo
frambuesa ayudan a aliviar las encias durante la dentición.

Un termómetro con la punta flexible.
Yo no tenía ni idea de que esto existía,
pero realmente es una gran idea cuando
uno ha de medir temperaturas rectales. 

Además también he comprado un vaso que controla el flujo de agua para que el bebé pueda aprender a beber y hacer la transición de biberón a vaso.

Me encanta encontrar estas cositas y aunque no son totalmente imprescindibles le pueden hacer la vida más fácil a una servidora. Ya os contaré qué tal van.



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