miércoles, 11 de mayo de 2016

Mi bebé ya no es un bebé (parte 1)

¿Cuándo deja un bebé de ser un bebé? En inglés, tienen la palabra toddler para los peques de uno a tres años. El diccionario al español lo traduce como bebé mayor. Con perdón, pero menuda mierda de traducción. 

Mi bebé ya no es un bebé. Tuvo su primer cumpleaños el día 5. Su primer pastel (de plátano, sin azúcar añadido pero cubierto de nata montada y con arándanos). Su primera fiesta (si no contamos su bautizo, que más que fiesta para ella fue para todos los demás). Un montón de regalos, entre ellos una piscina de bolas, un tobogán, un triciclo-moto (con remolque), un set de percusión (¡malditos!) y un montón de libros. Vino hasta la superabuela (mi mamá).

Fue un día fantástico.

Pero ahora mi bebé ya no es un bebé. 

Mi peque ya sólo toma un biberón antes de acostarse (y en los momentos en que está demasiado cansada para sólidos). 

Mi peque está empezando a tener momentos. Momentos que la gente llama "rabietas" o "pataletas", pero a mí esas palabras no me gustan. Dan a entender que hay premeditación y alevosía y no es así, al menos no de momento. Ayer tuvimos la primera situación clara:

El troll quería andar. De las manos. Dimos vueltas y vueltas de habitación en habitación. Si intentaba sentarla o enseñarle algo, gritaba (a todo pulmón). Llegó el punto en que gritaba y lloraba desconsoladamente, incluso cuando le tenía caminando. Caminamos, y gritos. Nos sentamos, y gritos. Gritos como si la estuvieran matando.

Era obvio y estaba muy claro que la peque había perdido totalmente el control y durante un rato la cordura. Estaba fuera de sí. Al final resultó que lo que tenía era hambre (combinada con cansancio general) y un biberón fue lo único que la devolvió al reino de los cuerdos. 

Luego ya era mi niña dulce y risueña otra vez.

No fue una pataleta ni un berrinche. No se estaba quejando, ni reclamando ni pidiendo atención. No estaba intentando conseguir nada. Simplemente tenía hambre y no la estábamos entendiendo. Estaba triste, estaba cansada, estaba desconsolada, estaba asustada, estaba confundida (¿qué me está pasando?). Estaba experimentando un montón de sensaciones y sentimientos que no tiene las herramientas para manejar. Sensaciones y sentimientos que no entiende.

Y esto sólo va a ir a más. A medida que se desarrolle emocionalmente, experimentará más y más cosas que de entrada no tendrá la capacidad de entender o asumir. Y lo único que podemos hacer nosotros es estar ahí. Estar ahí y decirle que todo está bien. Intentar adivinar el desencadenante para ver si se puede mitigar el momento. Abrazarla y dejar que el proceso siga su curso. 

¿Es fácil? No. Pero ¿cual es la alternativa? Si la distraemos con otras cosas para que pare de llorar, eso solucionará el momento actual, pero no la ayudará a asimilar la situación. No habrá ninguna evolución y estaremos atrapados intentando distraerla siempre.

Que un niño pare de llorar no implica necesariamente que esté bien y que no le pase nada. Sólo ha dejado de exteriorizarlo. El llanto no siempre es malo. Sí, a las mamás nos rompe el corazón. Sí, en nuetra sociedad se hace todo lo posible por minimizar el llanto. Sí, el llanto de un bebé siempre debería ser atendido tan pronto como sea posible.
Pero cuando los bebés ya no son bebés, a veces el llanto es necesario. A veces necesitan desahogarse. Aunque nos duela el alma (y los oídos). Debemos ser su apoyo y no sus verdugos.

Si a mí a mis veintitantos, mis propios sentimientos me superan a veces. Si yo hay días en que no puedo controlarlo y me saltan las lágrimas. ¿Cómo podemos pretender que una personita de un año o dos sepa guardar la compostura?

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