sábado, 21 de mayo de 2016

No hacen falta palabras

En mi opinión, uno de los aspectos más duros de los inicios de la maternidad es la falta de reciprocidad del bebé. Mamás y papás derramando sudor y lágrimas, derrochando amor y cariño por cada poro de la piel, y el bebé no hace más que llorar, dormir, comer, mirarnos seriamente y, si tenemos suerte, esbozar una sonrisa involuntaria (a menudo en respuesta a un pedo o una caca). El bebé nos necesita para absolutamente todo, pero ¿nos quiere?

A día de hoy, esa época nos queda (por suerte) muy atrás y ya hace mucho tiempo que mamuchi disfruta de ser mamá al 200%. Y es que si una se fija en las pequeñas cosas, es fácil ver que ya no sólo hay necesidad, sino que también hay amor. Yo se que mi peque me quiere adora cuando:

  • La voy a despertar por la mañana y al abrir los ojos y verme allí se le dibuja una sonrisa enorme en la cara. 
  • Me busca para jugar. Ella puede jugar sola y se entretiene con casi cualquier cosa, pero con mamuchi todo es mejor. 
  •  Me llama y me hace señales para que la coja en brazos cuando me ve llegar a recogerla. 
  • Se calma en mis brazos cuando se encuentra mal, tiene sueño o está cansada. 
  • Viene a donde yo estoy y me abraza, porque sí.
  • Intenta imitar las cosas que digo o hago.
  • Ríe descontroladamente cada vez que le hago cosquillas.
Y mi favorita:
  • Si estamos comiendo juntas y le cojo algo de su plato, a menudo se saca la comida de la boca con la mano y me la ofrece (y si me acerco intenta ponérmela en la boca). Asqueroso, lo sé, pero ¡muero de amor!

Cada vez que me mira y sonríe, cada vez que me llama, cada vez que me tiende la mano. Incluso cuando está enfadada y gritando y aún así deja que la rodee con mis brazos. Cada vez que pide sentarse a mi lado.

Cada día, muchas veces.

No dejeís de disfrutar todas estas cosas.




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