Hace unas semanas, mientras jugaba en el suelo con el ya-no-tan-pequeño troll, me di un ligero golpe en la cabeza contra la mesa del comedor.
- ¡Ouch! 
(la peque se gira a mirarme)
- Mami se ha dado un golpe en la cabeza.
- ¡Beza! ¡Au!
Seguidamente, el troll se levanta del suelo, se acerca a su mesa, se agacha, y tal cual (para mi sorpresa) se da un cabezazo voluntario contra su mesa. 
- ¡Au!¡Cabeza! 
Parte de mí quería partirse de la risa, pero mi hija venía caminando a mis brazos después del cabezazo solidario y tuve que mantener la compostura. 
 ¡Qué cosas se les ocurren a estos críos! Parece que queda bastante claro que alguien quiere ser como mamá (y mamá encantada).  
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