sábado, 5 de marzo de 2016

Diez meses

Parece mentira, pero ya casi ha pasado un año desde aquel 5 de mayo en que la peque entró en nuestras vidas. Parece que fue ayer, y a la vez es tan lejano que siento que esos primeros días en que tenía una recién nacida en brazos fueron un sueño (a veces también un poco pesadilla).

Pero aquí estamos. El pequeño troll con fiebre intermitente desde la madrugada, y aún así toda una campeona. Todo el día a base de líquidos y desde el mediodía durmiendo bastante frecuentemente, pero la pobre es que casi ni se queja. Sí, cuando está despierta está pegada a mami. Sí, cuando está dormida a ratos gime un poco, sobretodo si tiene fiebre. Vale, cuando mamuchi le empieza a pasar paños fríos por la frente y por el cuello sí que lloriquea, pero sabéis que vosotros también lo haríais si estuvieráis intentando dormir y viniera alguien a poneros una toalla fría en la cabeza.

Es un sol de niña. Ayer estuve en una recepción en el trabajo y como siempre acabamos hablando de críos (un compañero de los presentes tiene dos peques y otra está embarazada ahora), y como siempre a mamuchi se le cae la baba con su pequeña. "Yo es que lo estoy disfrutando muchísimo, pero es que mi niña es TAN buena que lo hace todo muy fácil".

Luego lo pienso y la gente debe llegar a odiarme a veces. Deben pensar que soy una de esas mamás que para fardar de bebé sólo cuentan las cosas buenas. Puede que de esa impresión, pero no lo hago a propósito. Por supuesto que a veces es difícil, que a la tercera vez de tener que levantarme entre las 3 y las 4 de la mañana igual sale alguna que otra palabra menos fina pero eso son minucias comparado con todo lo bueno. Y cuando te paras a pensar, en realidad tu bebé te quiere con locura y si llora, si te llama, es porque de verdad te necesita. Porque se encuentra mal y no entiende qué le pasa. No entiende por qué tiene tanta calor, o por qué le duele tanto la garganta o por qué no puede respirar por la nariz. Si nos paramos a pensar nos damos cuenta de que a nosotros también nos dan miedo las cosas que no entendemos (que obviamente son menos de las que no entiende un bebé).
Y teniendo en cuenta que si el bebé nos llama es porque de verdad nos necesita, porque está asustada, o está triste, o se siente sola, o se encuentra mal... ¿cómo nos vamos a enfadar?

Hoy la peque tosía y me miraba con esos ojitos y esa pena en la cara, intuyo que porque le duele la garganta al toser. Y yo le decía "cariño, ojalá me doliera a mí y no a ti, pero no puedo hacer nada más para aliviarte". Y evidentemente no entendía mis palabras, pero sus ojos decían que algo entendía.

Diez meses y ya gatea, y casi camina sola. Balbucea diferentes sílabas, aplaude, saluda, señala y hace "Hi five!". Responde a su nombre. Come (medianamente) bien. Lleva la talla 86cm (18 meses). Duerme toda la noche (casi todas las noches). 


Diez meses y celebrando con mocos, tos, fiebre y diarrea. Y todas las cosas que no se porque no me las puede explicar. Por otro lado, es un virus y en poco pasará y volveremos a la normalidad (espero).

Yo hago balance y sigo concluyendo que me ha tocado la lotería. Una niña preciosa, lista y sana. Sobretodo esto último. Si se me parte el alma cuando la veo triste porque tiene tos, no imagino si fuera algo más serio. No lo quiero ni pensar. 

A veces me pregunto si todo esto cambiará. Si dejaré de disfrutarlo como ahora. Si tendré momentos en los que me arrepienta de haberla tenido. Si pensaré que lo estoy haciendo mal. Uno siempre lee que es normal que los padres se planteen si están haciendo las cosas bien. Yo, personalmente, ahora mismo pienso que no las podría estar haciendo mejor, pero quizás eso cambie.

Será cuestión de seguir adelante y ver qué pasa :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario