miércoles, 2 de marzo de 2016

Supermamá no puede estar enferma

Estos días estoy como si me hubiera pasado un camión por encima. A medio camino entre un resfriado y una gripe, con mocos y tos y fiebre intermitente. Y con un bebé en casa.

Por un lado, soy afortunada porque:
1. Tengo a mi marido a mi lado, lujo que no todo el mundo disfruta.
2. Mi peque es más buena que el pan.

Aún así, un bebé es un bebé y el troll en concreto sigue bastante enmadrada (es la edad) y eso de llegar a casa y que mamuchi esté en la cama es una gozada - porque normalmente la peque está sola con papuchi un par de horas hasta que mami llega (cansada de trabajar) y se pone a jugar con ella.

Da igual que mami tenga mocos, se levanta de la cama igual. La peque solo tiene que hacer la croqueta un poco por encima de la cama, trepar por aquí y por allá, hacer un par de arrumacos y luego exigir pedir que mamuchi la ponga en el suelo, le de las manos y la siga a donde ella quiere ir. Y mamuchi, que es un poco tonta y se le cae la baba con su niña, lo hace. Porque la infancia son dos días y en nada el pequeño troll no querrá saber nada de mami. Y será mamuchi la que tenga que hacer arrumacos y pedir exigir atención.

Ahora mismo la estoy oyendo parlotear desde su cama. Está cansada, quiere dormir, pero no quiere dormir. Porque es de día y de día hay que jugar. Lo que me recuerda que tengo que comprar cortinas más opacas antes de que llegue el verano o aquí no dormirá nadie.

Es duro estar enferma y tener que seguir al mismo ritmo. Papuchi tampoco está muy fino, así que ninguno de los dos está al 100%.

Parece que la peque ha desistido, porque ya no la oigo. Creo que la peque se ha levantado (porque ya hace tiempo que en su cama, se levanta sola y espera de pie a que entre alguien, cual niña malvada de película de terror). Oigo ruido en la cocina. Papuchi la ha sacado de la cama y el troll ha salido gateando de su habitación, a ver qué encuentra.


Y ahí queda mi ratito de descanso.

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