martes, 12 de mayo de 2015

Y de repente fueron tres

Hoy hace una semana que llegó el pequeño troll.

Durmiendo como el angelito que es

El cómo merece una entrada en sí mismo, y me estoy dando un tiempo para intentar escribir lo más objetivamente posible (porque si no lo hago, toda mujer que lea la entrada no querrá tener niños jamás).

Lo importante es que ya está aquí. Todo el mundo dice que los primeros días (y semanas) son muy duros, por la falta de sueño y los lloros constantes, por no tener tiempo de comer o ducharse o respirar.

Para mí lo peor es el componente emocional. Es agotador. Que nadie me malinterprete, pues hay sentimientos maravillosos, pero es también aterrador lo mucho que semejante pedacito de carne depende de una para absolutamente todo. Y esos ojitos y ese sollozo que te parte el corazón en mil pedazos, porque no sabes muy bien como consolarla. Y de repente esa inmensa felicidad cuando te mira a los ojos y suspira y practica una media sonrisa refleja y por un momento, aunque en realidad la pequeña aún no se entera de mucho, habéis conectado. Y cada día conectáis un poco más, y compartís momentos únicos, irrepetibles e íntimos que ella no recodará pero que quedarán grabados en mi mente para siempre.

Ha habido alguna noche dura, sobretodo para mamuchi que es la que lleva el restaurante 24h. El restaurante es de momento uno de esos en que te ponen un plato muy grande y una ración muy pequeña así que tenemos que ir suplementando con fórmula, pero espero que en poco tiempo eso se acabe.

En cualquier caso, sí, el tiempo para una misma se reduce a entre cero y nada. O no, depende de cómo se mire. Yo personalmente prefiero pasar media hora estirada con la pequeña a mi lado o meciéndola hasta que se quede dormida, que viendo una serie en la tele.

Otra cosa es cuando dan las 12 del mediodía, has dormido apenas 4 o 5 horas (a intervalos irregulares) y aún no te has llevado nada a la boca. Por supuesto hemos tenido momentos de ¡Por favor! ¡Esto no hay quien lo aguante! pero muy pocos. Y como he dicho antes, lo peor de lo peor sigue siendo la impotencia y la tristeza al oir llorar a la peque y no saber qué hacer para calmarla. Ha habido lágrimas, y no sólo de bebé. Ha habido alguna llamada al hospital (durante la primera semana hemos tenido asistencia 24h, pero ya se nos ha acabado el chollo). Hay frustraciones ocasionales - esto de la lactancia es mucho más difícil de lo que puede parecer.

Pero luego es mirarla y se nos olvida todo (menos el parto, el parto no se me va a olvidar jamás). Sí, estos días papuchi y yo estamos 100% a su servicio pero así son las cosas. Tampoco tenemos ninguna otra obligación en este momento. Nosotros y el bebé. El resto del mundo puede esperar.

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