lunes, 16 de febrero de 2015

Pregnancy brain

Ese es el término inglés para el fenómeno en que una se vuelve idiota cuando está embarazada. Idiota en el sentido de tonta, de lerda, de boba, de lenta.

Habrá quien diga que es un mito, pero para mí es una realidad. Lo noto en mi día a día porque me cuesta más concentrarme, y cuando lo consigo no aguanto tanto tiempo como antes. Lo noto porque pongo especias en la nevera y me dejo cosas (principalmente el teléfono) en los rincones más absurdos. Lo noto porque mezclo idiomas al hablar y cuando me hacen preguntas tardo considerablemente más en responder. Me cuesta pensar.

Si uno lo piensa bien, debe ser normal. Mi cuerpo está dedicando muchísima energía a hacer crecer al baby Mi baby está robándome inmensas cantidades de energía constantemente, así que no queda combustible para hacer otras cosas propias de personas adultas de inteligencia moderada-alta (para que ser modestos a estas alturas). Pero fastidia igual.

Ayer tuvimos visita y estuvimos jugando a unos cuantos juegos de mesa. A medida que avanzaba la tarde, mi capacidad de estrategia y mi creatividad disminuían. Hacia el final, probamos un juego de alta velocidad en que los reflejos son muy necesarios y ahí me di cuenta, una vez más, de que he pasado de liebre a tortuga en cuestión de semanas. Y no una tortuga de estas que nadan deprisa, no... una de las de tierra, enormes y vetustas, lentas como nada.

Otra más de las delicias de estar embarazada. Para colmo mi trabajo es mayormente intelectual, así que a medida que mis capacidades empeoran, mi eficacia se ralentiza.

¿Mi estrategia para no volverme loca del todo? Reducir mis expectativas y conformarme con lo que pueda hacer. Descansar mucho y no pedir tanto. Esa es la idea, al menos. De la teoría a la práctica luego hay un trecho... :)

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